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miércoles, 9 de julio de 2014

LA SANTA INQUISICIÓN



La Iglesia inventa la Inquisición para salvar almas humanas, sin embargo, acaba produciendo un sufrimiento humano inenarrable. La palabra inquisición conlleva imágenes de tortura y crueldad. Esta práctica se utilizaba exclusivamente para sonsacar informaciones. Entre sus víctimas se incluyen a Juana de Arco y Galileo pero no tenemos constancia de qué sucedió y por qué. Básicamente, todo lo que se ha afirmado sobre la Inquisición es erróneo por completo. Lo es, porque nunca hubo acceso a la realidad que escondía.

En el año 1998, Juan Pablo II, convoca un tribunal especial de historiadores y académicos para celebrar un simposio de lo que él mismo denominó “una fase tormentosa en la historia de la Iglesia”. Para ayudar a este tribunal en sus investigaciones, el Papa anuncia la apertura pública de los archivos secretos de la Inquisición, que habían estado fuera del alcance de los académicos durante casi 200 años. ¿Debería la Iglesia católica pedir disculpas? El tema es muy controvertido, incluso entre historiadores.

Nunca existió una única Inquisición, sino instituciones diferentes en países como España, Portugal e Italia. Lo que tenían en común era el miedo a la herejía religiosa. Los herejes eran todas aquellas personas que desafiaban el dogma de la Iglesia. En el siglo XII, la herejía se convierte en un peligro mortal para la sociedad y para el hombre en una traición a Dios. Los acusados serían condenados a muerte y sus vienes quedarían confiscados. A pesar de estas amenazas existían grupos que interpretaban a Dios de forma diferente, como los valdenses y los cátaros.

En el siglo XIII, la Europa occidental era un foco amenazante de herejía. Una conspiración cátara asesina a un representante papal, enrabietado, el Papa Inocencio III ordena realizar una dura cruzada contra los herejes, la Cruzada Albigense. Posteriormente, tras nuevas formas de herejía, Inocencio III congrega a los líderes religiosos en Roma y promulga unas nuevas normas para la persecución de clérigos descarriados y herejes, una innovación de la que no se necesitaba más que una sospecha para asesinar. Así nace la Santa Inquisición.

Gregorio IX, crea un grupo específico para llevar a cabo este tribunal, los inquisidores. Así comienza la verdadera Inquisición medieval. Por desgracia, los inquisidores eran fanáticos que no cumplían con las normas. Uno de ellos se inventó que en Alemania existía una secta secreta llamada Luciferinos, con el objetivo de asesinar. El modus operandi de éste inquisidor era reclutar a tropas para cazar a cualquier sospechoso de herejía. Sin ningún tipo de prueba los enviaba directamente a la hoguera, todo ello para impresionar al Papa.


Con todo ello, el Papa Gregorio IX confía en los frailes dominicanos la labor de inquisidores y los reparte por toda Europa. Establecían edictos de gracia para que cualquier persona confesara ser hereje, cuando este periodo terminaba, se procedía a lo más sanguinario, los edictos de fe. Cualquier persona podía culpar a alguien de herejía sin ninguna prueba y acto seguido, si esa acusación provenía de más personas, el acusado era quemado vivo. La mayoría de estas personas no sabían de su acusación hasta el propio día de su muerte, para evitar que éstos huyeran.

¿Cómo los inquisidores realizaban su trabajo en secreto? Existen documentos en los que se ofrecen informaciones aproximadas de ese periodo. Uno de ellos es Conducta de interrogación relacionada con la depravación hereje, escrito por Bernard Guie en el siglo XIV, del cuál se inspiró la novela En el nombre de la rosa en el que expone de primera mano cuál era su función y cómo procedía. Posteriormente, otro documento llamado Directorium Inquisitorum describía cómo debían actuar los inquisidores del siglo XIV Y XV.

A modo de resumen, una vez condenada una persona era muy difícil que saliera libre del interrogatorio. Realizaban una serie de trucos psicológicos hasta que el acusado por agotamiento confesara algo que no había hecho. Por ejemplo, los inquisidores se sentaban con una pequeña vitela en las rodillas y la miraban y comprobaban mientras el acusado daba su testimonio, después hacían como que no era posible que fuera verdad. La cuestión es que hacían todo lo posible por llegar a su verdad y si era necesario pisotear todos los derechos de los acusados.

Pero sin lugar a dudas, el aspecto más espeluznante en el trabajo del inquisidor era la tortura. Anteriormente no se concebía, pero tras el asesinato de un inquisidor a manos de los cátaros, el Papa Inocencio IV abre la veda y deja que métodos de tortura entren en vigor contra los herejes, ya que éstos eran asesinos y ladrones de almas. Se aplicaba a todo aquel que no decía la verdad o que decía menos de lo que sabía. Los responsables no eran los inquisidores, sino profesionales en causar dolor. El método más común de tortura en la Edad Media y el Renacimiento era la estrepada.

¿Realmente estaba la herejía tan extendida o eran los inquisidores que utilizaban su poder y causaban el terror y obligaban a hacer confesiones falsas? El periodo de espera al día del juicio se trasladaba a azotamientos públicos y trabajos forzados, además llevaban distinciones para hacer pública su vergüenza. La persecución era tal que las personas fallecidas hacía años y que habían sido herejes eran exhumados y calcinados. La condena a la hoguera era la peor de las muertes ya que podían estar horas hasta que las llamas consumieran a los acusados.

El siglo XIV fue testigo del punto álgido de la campaña de la Inquisición. Gracias al inmenso poder de la Iglesia combatían con la misma dureza a miembros del mismo cargo religioso. Gran parte de los franciscanos decidieron desvincularse de todo aquel terror. El Papa Juan XXII les acusa de abandonar la doctrina de su fundador, San Francisco de Asís, y ordena a la Inquisición que acabara con sus vidas. En este periodo la mayoría de herejes fueron erradicados por completo y parecía que la Inquisición desaparecería, sin embargo, esto no sucedió.

La cacería y el castigo de brujas resucitan el proceso con una venganza. Se consideraba herejía puesto que se creía que para conseguir poderes, el hechicero debía renunciar a Dios y rendir un homenaje al Diablo para conseguir esos poderes. Francia estaba en bancarrota por diferentes conflictos armados, el rey Felipe el Hermoso tenía envidia de las riquezas de los caballeros de la Orden del Temple y les acusa falsamente de brujería. Se quemaron a miles de Templarios por toda Europa. Fue una verdadera manipulación cínica por parte del rey francés.


Un siglo después, Juana de Arco fue quemada viva por el miedo que la Iglesia tenía por su poder político. La Inquisición alegaba que su inspiración (voces) la recibía del Diablo y, por tanto, era brujería. En el siglo XV, se publica Malleus Malificaru, un documento que proporcionaba consejos legales y varias técnicas para acusar, torturar y sentenciar a las brujas. Se trata del documento más infame de la historia que muestra con más descaro la misoginia. “Cuando una mujer piensa por sí misma, sólo piensa cosas malas, como son malas sucumben a la brujería”, explicaba.

Este manual se convierte en un best-seller y se traduce a 4 idiomas. Estaba destinado en convertirse fuente de inspiración de los cazadores de brujas laicos, católicos y protestantes que aterrorizarían Europa y Norteamérica durante los siglos XVII Y XVIII. Hacia mitad del siglo XV, sin ninguna novedad por parte del Vaticano, la Santa Inquisición comienza a desvanecerse lentamente. Sin embargo en España, los Reyes Católicos, reanimaron el tribunal haciendo que su fuerza recayera en los propios españoles.

Los judíos europeos durante el periodo medieval estaban siempre en una situación precaria. Una serie de conflictos religiosos despertaron antiguos perjuicios hacia ellos, la quema de sinagogas y asesinatos se pusieron a la orden del día. La solución de las instituciones españolas fue expulsar a todos los judíos que no se convirtieran al cristianismo. Los conversos prosperaron e incluso algunos llegaron a ser obispos y ministros. Todo esto provoca un malestar generalizado por parte del resto de cristianos que no eran conversos.

Años más tarde, la Iglesia comienza a acusar a estos conversos de practicar ritos judíos a escondidas lo que, por investigaciones, en gran parte era verdad, pero ellos no sabían que eran costumbres religiosas. Por prácticas como encender velas los sábados podían ser acusados de herejía. Con la unión de los Reyes Católicos, el clero reclama una inquisición a causa de las acciones judaizantes ya que eran una amenaza para la Iglesia católica y para España. El rey Fernando de Aragón acepta la propuesta de los religiosos por intereses políticos y económicos.

El primer paso del rey español fue ponerse en contacto con el Papa preocupado por la situación de los judíos en España. Sixto IV emite una bula papal que instauraba la Inquisición para erradicar a los herejes conversos. Este nuevo tribunal fue completamente diferente a todos los tribunales anteriores. Sería el propio rey quien controlara todos los aspectos de la institución llamada La Suprema. Lo cual significa que el propio Estado era el que comenzaba a tener el poder sobre la Inquisición. El primer auto de fe tuvo lugar en Sevilla, más de diez judíos fueron asesinados.

En los autos de fe se realizaba una ceremonia previa a la hoguera, donde a los acusados se les rapaba la cabeza y a los hombres se les afeitaba la barba. En España, la barba era una muestra de la virilidad del hombre, por lo que este hecho constituía una tremenda humillación. El principal objetivo de la ceremonia era maltratar y vejar a los acusados y asustar a la población al mostrar cuáles eran las consecuencias de la herejía. Durante todo este periodo más de 1.500 judíos fueron juzgados y un centenar condenados a muerte.

A diferencia de los herejes medievales que predicaban sus ideas religiosas en público, los judíos lo hacían en privado. Cualquier persona podía acusar a alguien por haber visto leer un libro que podría ser hebreo o haber escuchado a alguien susurrar una plegaria judía. Por tanto, todo el mundo acusaba a todo el mundo lo que provoca numerosas acusaciones y la Inquisición no da abasto. Muchos podían ser liberados si confesaban y daban nombres de sus compañeros herejes, muchas veces estos nombres eran inventados y confundían a los tribunales.


Tomás de Torquemada, el primer presidente inquisidor español redacta una serie de documentos que hoy en día aún se conservan, donde explica con el más minucioso detalle lo que debían o no debían hacer el resto de inquisidores. Por ello, a Torquemada se le considera el creador de la Inquisición española. En el siglo XV preside el periodo más sanguinario en España. Los historiadores saben muy poco acerca de este clérigo, pero se le acusaba de teólogo fanático, antisemita y extremadamente hostil hacia los conversos.

Se calcula que en los veinte años de mandato por parte de Torquemada se asesinaron a más de 2.000 personas y otros tantos fueron tremendamente castigados. En este periodo, la Inquisición se encuentra en su momento álgido y se gana a pulso su temible reputación. Tanto la Iglesia como las autoridades civiles seguían con la misma lógica aplastante, todos los conversos que rehuían de la Santa Inquisición eran, por defecto, culpables. Tras meses de terror, el acusado podía no saber los crímenes de los que se les acusaba.

A finales del siglo XV, algunos judíos conversos decidieron tomarse la justicia por su mano. Un inquisidor fue asesinado en su propia iglesia por parte de los conversos. Por el contrario, este hecho hizo que se les perdiera la poca simpatía que tenían los judíos. ¿Realmente practicaban los conversos el judaísmo en secreto o fueron cabezas de turco de la intolerancia? Sólo existen los documentos pertenecientes al Santo Oficio, por lo que podemos pensar que es verdad o que fue una falsa con el objetivo de erradicar a los judíos.

A petición de Torquemada, el rey Fernando de Aragón emite una nueva amenaza y ofrece la expulsión o el bautismo. Más de 40.000 judíos se exiliaron y el resto se convirtieron. Utilizaron la misma astucia de años anteriores. Los conversos no tendrían ninguna opción de sobrevivir. “No lloréis a vuestra partida, pues vosotros tenéis que beber vuestra propia muerte de un sorbo, mientras que nosotros tenemos que quedar atrás entre esta gente malvada recibiendo la muerte de ellos cada día” decía Juan de León, judío español converso.

A comienzos del siglo XVI, la orden de expulsión se amplía para incluir a todos los musulmanes no convertidos de España. Con estas expulsiones y bautismos forzados, surge un nuevo grupo, los moriscos. Por tanto, con los musulmanes se hace lo mismo que con los judíos. Las persecuciones de moriscos se triplicaron durante todo el siglo, sin embargo, éstos no pudieron o no quisieron adaptarse. Finalmente, a comienzos del siglo XVII, los inquisidores creyeron que era imposible convertir a los musulmanes y los expulsaron a todos.


Según los historiadores, la Inquisición española no utilizó aquello que la hizo famosa, la tortura. Esta práctica se utilizaba exclusivamente para sonsacar información y una vez obtenida, cesaba. No querían la tortura de ancianos, niños o enfermos. El problema no fue el número de torturas ejercidas, sino la brutalidad con que torturaban a los acusados. Fueran hombres o mujeres los prisioneros, se les desnudaban por completo. Así muchos inquisidores sentían sadismo y satisfacción sexual, ya que muchos no practicaban el celibato.

La garrucha, versión mejorada de la estrepada medieval se convierte en el método de tortura más común. El potro, probablemente el instrumento más famoso de todos, también era muy efectivo aunque tenía algunos inconvenientes. Una de las normas de la Inquisición era que no se podía derramar sangre y el potro casi siempre lo provocaba. La toca o tortura con agua se convierte en la tortura más popular. Consistía en introducir una pieza de ropa por la boca hasta la garganta y posteriormente introducir agua, lo que provocaba violentos espasmos.

“El buen juez debe hacer caso omiso de los gritos, lloros, suspiros, temblores o del dolor de los acusados y toda tortura debe realizarse con total cuidado para que el torturado no se vuelva loco ni sufra heridas” decía Jame Murander, testigo ocular de las torturas. Los inquisidores debían seguir los procedimientos tal cual se expresaban en los textos, con un rigor similar a los policías de hoy en día. Consiguieron realizar muchos cambios. El atuendo identificador de acusación medieval, por ejemplo se transformó en una túnica llamada sambenito.

Uno de los castigos más espeluznantes era ser condenados a las galeras españolas. Se cree que este castigo fue invención del mismísimo rey Fernando. No tenía nada que ver con la religión, pero se percataron de que los acusados eran castigados con penas inútiles, por lo que les utilizaban como remeros esclavos en los barcos. Después de la muerte ser enviado a galeras era la condena más temida de la Inquisición. Muchos de los acusados preferían ser quemados vivos, al menos decían, que era una muerte más rápida.

Con la expulsión de los judíos y los musulmanes, miles de estos exiliados se trasladaron a Portugal ya que aquí no tenían una Inquisición propia. El rey portugués Juan III, insistió en la creación del Santo Oficio luso. El rey convence al Papa y se consigue instaurar el tribunal. Con su creación, se persigue y se acusa a más de 2.000 herejes en los 34 autos de fe realizados. Los exiliados ya no estaban seguros en Portugal, por lo que regresaron a España donde consideraban que la Inquisición era un mal menos comparado con el país vecino.

Con la conquista de las américas y sobre todo, el Imperio Azteca en el siglo XVI, los españoles y portugueses conversos no tardaron en cruzar el Atlántico. Sin embargo, ambas inquisiciones los siguieron de cerca y no tardaron en perseguirlos en la recién fundada ciudad de México. No tardaron el celebrar un auto de fe, donde murieron en la hoguera dos conversos. Además, las instituciones religiosas luchaban contra las creencias paganas de los indios en un proceso largo y duro que se denomina la cristianización.

Posteriormente, la Inquisición pronto se enfrentaría al enemigo más peligroso de todos los tiempos, el protestantismo. Al mismo tiempo que las inquisiciones erradicaban a los judíos y musulmanes otra amenaza aparece en escena. En 1517, un sacerdote alemán llamado Martín Lutero deja su famoso tratado de 95 tesis a las puertas de la iglesia de Witenberg. Se trataba de un ataque acerbo a la Iglesia católica. “¿No es cierto que bajo el vasto cielo no existe algo más corrupto, más pestilente y más odioso que la Corte de Roma?” decía Lutero.

La carismática protesta del sacerdote alemán evoluciona hasta convertirse en una auténtica revolución religiosa. El movimiento de la Reforma sacude a toda Europa. A mitades del siglo XVI, las coronas de Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, ya se habían acogido a la nueva religión llamada protestantismo. Como es lógico, el Papa estaba furioso. Era una peligrosa amenaza para Roma. Con sus puertos y ajetreada red europea de comercio era sólo cuestión de tiempo que las ideas protestantes empezaran a viajar a la España católica.


El descubrimiento de dos organizaciones protestantes en Sevilla y Valladolid, causa una oleada de pánico entre la población católica. El rey Carlos V que se había dedicado a la lucha contra el protestantismo en Alemania, exigía una purga rápida y despiadada. Su aliado en Roma, el Papa Pablo IV, vuelca todo el poder de la Iglesia en el ataque contra esta nueva religión. Emite una bula papal sin precedentes en la que se mostraba la permisibilidad a la Inquisición española de ejecutar a los ofensores que cometían un crimen por primera vez, incluso a los que se arrepentían.

La fiebre del antiprotestantismo llega a todas las grandes ciudades de España. Fueron quemados en la hoguera clérigos, monjas, militares e incluso niños. En unos años, el protestantismo se había eliminado por completo. España se caracteriza por la ausencia de protestantes. El sangriento ataque hacia éstos en el siglo XVI hizo que los autos de fe se convirtieran en un mero espectáculo teatral. El inquisidor general, Fernando Valdés, se propuso deliberadamente en hacer del auto de fe un pasatiempo, como puede ser el fútbol hoy.

Mientras España pudo erradicar al protestantismo, no pudo hacer frente a otra invención alemana, la imprenta. A finales del siglo XVI, numerosos documentos de testimonios de víctimas protestantes avivaron el negocio de forma importante. Los líderes protestantes que querían poner al mundo en contra del catolicismo español explotaron estos documentos y los dieron a conocer. Describiendo el horror causado por el Santo Oficio español, las torturas ejercidas y las injusticias proclamadas, todo ello recogido en el libro Los Mártires de John Fox.

Posteriormente se crea la Inquisición romana, la cual se puso en contra de algunos de los mejores pensadores del Renacimiento. Estaban muy preocupados por el tema de las escrituras y parece que Galileo las cuestionaba basándose en opiniones muy controvertidas por aquel entonces. El ataque de la Inquisición romana contra el protestantismo supuso mucho más que arrestos y ejecuciones. A finales  del siglo XVI, el Vaticano publica un índice de libros prohibidos, donde citaban autores peligrosos que cuestionaban la fe de Dios.

Tras el asesinato de Jordano Bruno, gran intelectual de la época, Galileo Galilei, también desata la ira de la Inquisición. En el siglo XVII publica dos libros: mensajero Celestial y Manchas Solares en los que defendía la teoría de Copérnico sobre la Tierra. Numerosos inquisidores denunciaron ciertos pasajes de estos libros y Galileo fue acusado de herejía. El astrólogo ya con 68 años viaja a Roma para enfrentarse a la Inquisición. Galileo se retracta de forma forzosa y es absuelto. ¿Debería Galileo haberse negado a retractarse?

En 1992, el Papa Juan Pablo II, anuncia oficialmente que la Iglesia se había equivocado de acusar al padre de la ciencia moderna. Los siglos XVII y XVIII fueron un periodo de declive para todas las inquisiciones. En España, aparte de la necesidad de erradicar a los conversos acusados de practicar secretamente el judaísmo, la Inquisición se centro en otros aspectos como la homosexualidad, la bigamia y el adulterio, así como los crímenes del clero. Los autos de fe siguieron celebrándose de forma esporádica hasta el siglo XVIII.

El rey Felipe II, rechaza expresamente acudir al auto de fe celebrado el mismo día de su coronación. La Inquisición a partir de 1730 desaparece por completo. Inspirado por los ideales y las reformas de la Ilustración, Portugal también desmantela su Santo Oficio. Fue necesario que el ejército de Napoleón invadiera Italia y España para acabar definitivamente con la Santa Inquisición. Algunas de las primeras acciones del rey francés al entrar en Madrid fueron abolir la Inquisición, confiscar todas sus propiedades y llevarse todos los archivos que encontraron.


Finalmente, en el año 1820, la Inquisición española fue ilegalizada completamente. Al oír la noticia, grupos de ciudadanos asaltaron el palacio y quemaron todos los informes inquisitoriales. A pesar de la aplastante realidad, el papado se niega a admitir que el final de la Inquisición era inevitable. El tribunal romano sigue ejerciendo teóricamente, no en la práctica, durante los siguientes 150 años. En 1965, el Papa Pablo VI, reorganiza el Santo Oficio llamándole Congregación para la Doctrina de la Fe.

En la actualidad aún existe aunque interviene como consejera de asuntos eclesiásticos. No realiza investigaciones ni impone la doctrina de la Iglesia. Desde la caída definitiva de la Inquisición son incontables los mitos y testimonios exactos que han surgido sobre su objetivo y sus prácticas. Los descubrimientos realizados en documentos nunca vistos han ayudado a desbancar que el número de asesinatos fue tremendamente exagerado.

Torturó a gente, impuso terribles castigos, quemó a personas, había teólogos fanáticos en las inquisiciones, había antisemitas en las inquisiciones, todo ello es innegable. Hay un hecho que la historia no puede negar, a pesar de que la Inquisición se concibió por el bien de la humanidad acabó causando un dolor y un sufrimiento humano inenarrables. Las inquisiciones existieron casi seis siglos y lucharon por imponer sus ideas sobre las demás, esa necesidad sigue existiendo en la actualidad.

Sin duda uno de los mayores conflictos religiosos de la historia.