El
futuro negro, el presente también. La situación de los jóvenes españoles es tan
precaria que la mitad aceptaría cualquier tipo de trabajo en España o en el extranjero.
El elevado porcentaje de paro (57,5% según el último Eurostat) junto con la
frustración por falta de garantías de encontrar un empleo está llevando al
colectivo a tomar decisiones desesperadas. De hecho, casi todos los encuestados
no tendrían problema en abandonar a sus familias y trasladarse a otra ciudad o
país.
Esta
desesperanza se refleja claramente en que el 53% considera que su situación
actual es peor aún de lo esperado y en que el 76% piensa que seguirá igual o
retrocederá más. El estudio Crisis y
contrato social. Los jóvenes en la sociedad del futuro realizado por el
Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud y promovido por la Fundación de Ayuda contra
la Drogadicción (FAD) muestra un resultado catastrófico para la juventud española
y, por tanto, para el futuro de España. En el estudio han participado 1.000
jóvenes entre 18 y 24 años y fue presentado la semana pasada.
El
pesimismo o realismo, según cada opinión, tiene que ver principalmente por la
falta de trabajo y las pocas expectativas reales que existen de encontrarlo.
Entre los que tienen trabajo, el 37,4% cree que en un año lo perderá y la
inmensa mayoría de parados (71%) ve poco o nada probable encontrar un empleo en
doce meses. Además, el estudio refleja la existencia de una tremenda brecha
social que con la crisis económica cada día aumenta más. Esta brecha se puede
resumir con la palabra enchufismo y
se explica con los siguientes porcentajes: los jóvenes de clases sociales bajas
y media asume el 46,4% de paro frente al 5,2% de las clases más altas.
¿Responsables?
El 70,9% (cada porcentaje sobre 100 puntos) señala directamente como máximos
culpables al Gobierno y los partidos políticos (sin exceptuar a ninguno)
mientras que el 50,7% culpa a los empresarios y banqueros, el 39,3% a la
situación económica mundial y española, el 19,6% a la sociedad en general y
sólo el 5,1% a los propios jóvenes que ‘no hacen nada por buscar trabajo’.
Los
contratos temporales (56,7%) o la alarmante ausencia de contratos (17,1%)
tampoco ayudan a adoptar una visión positivista de la situación. El 61,7% se ha
ido al extranjero o está dispuesto a irse y un 84,9% se resigna a trabajar en
cualquier oficio, aunque no tenga nada que ver con la formación de cada quién.
“Antes el trabajo se valoraba por lo que daba, ahora se valora en sí mismo”,
asegura Eusebio Megías, director técnico de la FAD.
Por
último, hay que destacar que hay que trabajar para vivir. Sin embargo, se vive
para trabajar y, por ejemplo, el 59,2% señala como muy difícil poder comprar o
alquilar una vivienda y el 49,5% ve como imposible formar una familia. Con
estos escalofriantes porcentajes ¿qué medidas se han de tomar? El Gobierno no
ofrece ninguna y son los únicos que pueden cambiar las cosas, aunque sólo les
interesen los votos. Hasta entonces, los que estén en el extranjero que
permanezcan allí y los que no estén, que se animen a irse. Total, esto se ha
hecho toda la vida y tan pronto como hay épocas en las que existe la
inmigración, también hay otras donde predomina la emigración. Ésta última es en
la que a los actuales jóvenes españoles nos ha tocado vivir.
BAJO EL UMBRAL DE LA POBREZA
En
la ciudad de León (España) aparecía muerto un indigente de 63 años. Era un
hombre conocido, no frecuentaba demasiado los centros de asistencia social y
habitualmente dormía en Ordoño II (calle principal de la ciudad). No tenía nada
que perder, a excepción de la vida, y amaneció sin ella en una fría mañana de
invierno.
En
España hay nueve millones de ciudadanos que viven bajo el umbral de la pobreza,
es decir, un 28% de la población. Un país desarrollado e integrado en la ‘gran’
Unión Europea que tiene a más de tres millones de personas cobrando 307 euros
mensuales que apenas les da para comer. Miles de ciudadanos deambulan por las
calles para sobrevivir y Cáritas, bancos de alimentos y demás oenegés no dan
abasto para atender a tanta gente.
Por
tanto, no son sólo los parados, que desde siempre han estado ahí, ni tampoco
los desahuciados por el impago de las hipotecas, son todas aquellas personas
que se mueren de hambre, mientras que los ricos se hacen más ricos y la
indigencia bate récords. Los políticos y la gente acomodada miran hacia otro
lado, pero no se dan cuenta que es un problema que también les concierne. ¿Qué
España es esta en la que se vive de lujo o se muere de miseria en un portal?