Páginas

jueves, 30 de enero de 2014

LAS ALCANTARILLAS ASESINAS DE BOGOTÁ



El comienzo de año no ha sido precisamente de colores para la familia Galindo Martínez. Anyelen, la niña de la casa, cayó la semana pasada en una alcantarilla del sur de Bogotá. Tenía cuatro años. La pequeña fue encontrada muerta tras 18 horas de búsqueda por el río Tunjuelito, hasta donde las aguas fecales la habían trasladado. Los esfuerzos de los buzos profesionales del equipo de bomberos y un sofisticado robot de la empresa de aguas del distrito no sirvieron para nada. Anyelen, caminaba de la mano de su padre cuando se produjo el accidente, la alcantarilla estaba tan sólo cubierta de hierba.

Pero ni muchísimo menos es el único caso. La misma tragedia se ha repetido en varias ocasiones. Así, por ejemplo, la familia de Michel Dayana Barrera, vio cómo fallecía su niña de dos años tras caer por otra alcantarilla sin tapa. Un descuido de su abuela, propició el fatal encuentro de la pequeña con el hoyo cuando estaba persiguiendo a una paloma. El trabajo de la policía y los bomberos no fue suficiente. Según los medios colombianos, la pequeña Michel cayó a una profundidad de nueve metros, fue arrastrada por la respectivas aguas fecales y encontrada sin vida pasadas dos horas del accidente.

Estos casos han encendido todas las alarmas en Colombia y hasta el vicepresidente, Angelino Garzón, comparó el peligro que representan las alcantarillas sin tapas como las minas antipersona que utilizan las guerrillas del país sudamericano. “Tener alcantarillas sin tapas es como tener calles en las ciudades con minas antipersonal o de la muerte”, aseguró el mandatario en su cuenta de Twitter.

El continuo robo de tapas de alcantarilla no es una acción nueva en Bogotá. Hace cinco años el material del que se constituían era cemento reforzado, el cual tenía una lucrosa salida en el mercado negro. Por tanto, el Gobierno remplazó las tapas por otras compuestas de polímeros libres de hierro para que no resultasen valiosas para los ladrones. A pesar de ello, los hurtos, que han disminuido notablemente desde el 2006 según la Empresa de Acueducto, siguen ocurriendo y provocando que las alcantarillas se transformen de trampas asesinas.

El Gobierno ha tomado una nueva medida para reemplazar todas las tapas de hierro por plásticos reforzados, así como introducir un sistema llamado Agua Inteligente –utilizado ya en Reino Unido- que permite identificar las tapas sustraídas y a los ladrones. Los vagabundos, adictos al bazuco –pasta de coca- o los delincuentes de poca monta son los que suelen dedicarse a este tipo de hurtos. El material vendido en el mercado negro adquiere un valor irrisorio que no supera los 10.000 pesos colombianos, es decir, seis libras. Los compradores funden el material y lo comercializan en otras zonas del país, con más que jugosas ganancias.

En Bogotá existen 210 puntos con alcantarillas, de las que el 15% conectan con grandes tuberías. La mayoría de ellas están sin tapa y de ahí el gran peligro que suponen para los transeúntes despistados como Anyelen y Michel, las pequeñas que murieron ahogadas.