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lunes, 25 de marzo de 2013

UNA DE TANTAS II



Se llama Resurrección Galera, profesora de religión en varios colegios públicos. Hace diez años fue despedida por el único motivo de contraer matrimonio civil sin que el episcopado argumentara la falta de habilitación. Es cierto que su labor de profesora había sido a petición del obispado, pero que una persona contraiga matrimonio civil no justifica un despido.

Hoy esta profesora tiene en la mano varias sentencias firmes, sobre todo una del Tribunal Constitucional, que le concede el amparo contra el atropello de alguno de sus derechos fundamentales. Además de pedir su contratación, Resurrección, se enfrenta a otro problema: el de cobrar lo que se le debe por decisión judicial inapelable, es decir, todos los salarios que no ha cobrado durante los diez años de ejercicio.

Esta operación no es sencilla, pueden transcurrir otros diez años sin que la perjudicada por la jerarquía católica reciba su dinero y su trabajo. El Obispado de Almería, principal causante de su despido, simplemente por casarse con un hombre divorciado; la Junta de Andalucía y el Abogado del Estado ponen serias trabas a la operación: resisten y pretenden presentar un recurso de amparo ante el Constitucional.

Es un caso muy complejo que advierte más sobre el Derecho, pero que sin lugar a dudas es un ejemplo de conflicto por parte de la Iglesia respecto a los matrimonios civiles en España. No es el primer caso ni será el último en el que la institución religiosa se cargue todos los derechos fundamentales de las personas, podría hacer cuarenta entradas sobre este tema por no hacer mil.

Para la Iglesia el matrimonio civil no tiene ninguna consideración de enlace, por lo que dos personas católicas que se casen por lo civil no estarán unidas religiosamente, es decir, seguirían estando solteras. El matrimonio de los católicos se rige no sólo por derecho divino sino también por el canónico.

En mi opinión, creo que la Iglesia se debería adaptar al siglo XXI porque se ha quedado estancada en el siglo XVI, lo que no facilita la labor humanitaria y social que se supone que también realiza. Este es un conflicto de tantos, que la Iglesia S. A. siempre ha protagonizado desde su creación.