Sigmund
Freud lo tenía claro: “el miedo es un sufrimiento que produce la espera de un
mal”. En los tiempos que corren, con una crisis que se pude equiparar a la de
1929, el miedo se apodera de aquellos a los cuales los políticos llaman
ciudadanía. En este sentido, la gente tiene miedo a consumir y no recuperar su
dinero. ¿La solución? Ahorrar y vender cuanto más mejor. Pero, ¿por qué existe
ese miedo? Los políticos y los medios de comunicación tienen gran parte de esa culpa.
Para
los políticos, el miedo de la población es tan beneficioso como el fútbol. Uno
crea su dinero y el otro entretiene a la plebe, bueno, a la ciudadanía. En una
crisis, los políticos pueden especular y dirigir al comercio a su antojo, y
más, a los ciudadanos, quienes están temblando por su futuro y su bienestar. El
negro y el colchón se consolidan como por
si acasos. Si la gente no compra porque piensan que pueden perder todo su
dinero, el comercio no se beneficia. La compra y la venta de productos favorecen
al enriquecimiento del país. Los políticos y banqueros se relamen ante una
crisis económica, ya que ellos son los únicos que sacan provecho real.
Gran
parte de la culpa del sentimiento de ahorro lo tienen los medios de
comunicación, quienes han creado una alarma social inaceptable, al convencer a
la masa que no se puede gastar ni un duro. ¿Cómo salir de la crisis si no se
fomenta al pequeño y mediano comercio? Es imposible. Si yo vendo fruta y nadie
la compra, yo no podré ir a la carnicería a por un filete de ternera, porque no
tendré dinero para ello; o bien, porque lo querré ahorrar. Así no pueden
funcionar las cosas. Eso sí, las terracitas, señores, están a tope. Curioso. Crisis? What crisis? pienso yo a veces.
Hay
personas que meten miedo con el objetivo de ganar y ganar a través de la
compraventa de bonos y de deuda pública. No podemos tirar la casa por la
ventana, hay que comprar con cabeza pero no podemos ahorrar hasta puntos
extremos y, ni mucho menos creernos todo aquello que los medios de comunicación
y políticos dicen. Porque, justamente es lo que ellos quieren, que nos
acojonemos. Un ejemplo sobre la aplicación del miedo en la sociedad es el caso
de la Gripe A, una gripe como otra cualquiera con la que se consiguieron
recaudaciones estratosféricas. Pero este tema lo dejo para otro día.
Yo
no soy economista, ni day trader, ni gurú económico y, seguramente me equivoque
en muchas cosas. Pero, amigos y amigas, si nos acojonamos, sólo vamos a
beneficiar a unos pocos. ¡Cuidado! La prudencia es una cosa y el miedo otra.