Una
de las típicas preguntas que se suele formular a los niños gira en torno a su
futuro profesional, por ello, una compañía suiza de recursos humanos ha
realizado una encuesta a escolares españoles con edades comprendidas entre los 4
y 12 años con el objetivo de conocer cuáles son sus profesiones soñadas. Dicha
empresa celebra cada año una pesquisa de similares características y resultados:
los niños quieren ser de mayores futbolistas, cantantes, toreros, empresarios,
políticos…
Sin
embargo, en esta ocasión, las actividades políticas se colocan en el ranking de
las menos deseadas, elegida por tan solo el 4,4% de la muestra total. Normal. Pero
lo más destacado es que el 17,3% de los mil jóvenes partícipes del sondeo creen
que todos los representantes democráticos de España son los máximos
responsables de la delicada situación económica del país. No en vano, el 91,2%
de los niños insatisfechos con sus mandatarios afirma que la solución a la
recesión pasa, en primer lugar, por el cambio de todos los políticos que hay
actualmente –independientemente de la ideología o el cargo– y, en segundo
lugar, por la bajada de los sueldos y la eliminación total de las dietas y los coches
oficiales.
Según
el dicho popular, los niños siempre dicen la verdad. No sé si se puede
confirmar pero sí sé que todos los españoles –pequeños, grandes y mayores– nos
damos cuenta de otro de los graves problemas que están llevando al país a la
ruina: en España no abdica nadie.
Dimitir,
un verbo en desuso
Según
la Real Academia Española (RAE), el verbo dimitir significa ‘renunciar, hacer
dejación de algo, como un empleo o una comisión’, pero parece que los políticos
no quieren conocer su significado y tampoco el de la responsabilidad política. Así
nos va. En comparación con la facilidad con que dimiten los políticos en otros
países ante la más mínima sospecha de corrupción o escándalo, en España ni
siquiera tener que sentarse en el banquillo de los acusados es considerado
motivo suficiente para dejar el escaño. La lista de casos de corrupción es
interminable y en tan sólo dos meses el número de procesos penales se ha
multiplicado. ¡Qué envidia me dan otros países!
En
Europa se dimite por acciones que en España se considerarían ridículas. Por poner
ejemplos, Arnie Craven, un diputado local del Partido por la Independencia del
Reino Unido, presentó su irrevocable dimisión con el objetivo de protestar por
el incremento de la homofobia en su partido, que expulsó a uno de sus miembros
por apoyar el matrimonio igualitario. Asimismo, la Universidad de Düsseldorf
retiró el título de doctora a la ministra de Educación alemana tras comprobar
que la gran parte de su tesis doctoral había sido literalmente copiada. Días
más tarde del veredicto, la ministra dimitió aunque, sin embargo, nunca admitió
su culpabilidad. Además, Chris Huhne, número dos de los Liberal Demócratas
británicos, presentó su dimisión tras descubrirse que en 2003 había mentido a
los Cuerpos de Policía anglosajona alegando que era su mujer y no él la que
conducía su coche con el fin de evitar la multa de tráfico y los puntos de su
carnet de conducir. Estos tres ejemplos complementan con un largo etcétera las
razones por las que los políticos dimiten en otros países por las causas más
nimias.
En
España, aunque se pille a un político ‘con las manos en la masa’, no existe esa
sana costumbre. Simplemente se defienden diciendo que aquellas personas que les
denuncian son enemigos de su partido o de la oposición para desprestigiarles
por alguna razón de peso político y moral. En fin. Esta es una de las
innumerables causas por las que España, un país desarrollado, integrado y
global, donde la calidad de vida para algunos es inmejorable, está decayendo a
paso acelerado en todos los términos y nadie hace nada. ¡Hasta los niños se dan
cuenta! ¿Qué hay que hacer para que los mandatarios del país asuman su
responsabilidad política y abandonen sus cargos?