El primer presidente de la Transición española,
Adolfo Suárez, ha muerto en Madrid a sus 81 años de edad tras once años en los
que el Alzheimer le fue consumiendo la vida. La noticia no ha pillado a los
españoles por sorpresa ya que, antes del fallecimiento, su hijo comunicó a los
medios que ‘el desenlace era inminente y no superaría las 48 horas’. Asimismo,
fue Fermín Urbiola, portavoz de la familia, quien anunció finalmente la muerte
del expresidente del Gobierno.
Suárez consiguió, a través de una política que ya
nadie practica en España, tender un puente sobre las aguas sucias y turbulentas
de dos fracciones ideológicas que durante 40 años habían sido irreconciliables.
S.M. el Rey, Juan Carlos I, destacó que ‘el ejemplo que nos deja (Suárez) es
que juntos somos capaces de superar las dificultades’ ya que éste logró el paso
de una dictadura a una democracia pluralista. Por tanto, fue el artífice del
cambio y el maestro del diálogo y del consenso. Sin lugar a dudas, el mito de
la Transición Española a la democracia.
Adolfo Suárez González nació en Cebreros (Ávila) el
25 de septiembre de 1932 en el seno de una familia acomodada y algo
desestructurada. Su madre era hija de pequeños empresarios y su padre
procurador de tribunales, amén de jugador y mujeriego. Cuando era pequeño se
trasladó a Ávila aunque más tarde estudiaría Derecho en Salamanca. Debido a
problemas familiares se trasladó a Madrid y se doctoró en la Universidad
Complutense a pesar de no ser un gran estudiante. En el año 1969 fue designado
como director de Radio Televisión Española, donde anteriormente ya había
desempeñado cargos. En 1975, tras la muerte del dictador Francisco Franco,
entró en el primer gabinete de Arias Navarro y, por sugerencia de Torcuato
Fernández Miranda, fue nombrado Ministro Secretario General del Movimiento.
Antes de ser elegido ante las Cortes Españolas citó
los versos de Antonio Machado, muerto en el exilio: Está el hoy abierto al mañana/mañana al infinito/Hombres de España/ni
el pasado ha muerto/ni está el mañana ni el ayer escrito. Suárez supo
apreciar el valor de la democracia y por ello, a pesar de su pasado falangista
y de ser un perfecto desconocido para el pueblo español, consiguió, por encargo
de Juan Carlos I, reunir a falangistas ‘conversos’ como él con el resto de
ideólogos (socialdemócratas, liberales, comunistas y democristianos) para
desmontar las estructuras franquistas.
El 15 de junio de 1977, por primera vez en España
desde 1936, se celebraron elecciones generales libres. Adolfo Suárez fue el
gran vencedor de las mismas y se aglutinó bajo las siglas UCD (Unión de Centro
Democrático). Al año siguiente se aprobó la actual Constitución española y en
1979, Suárez volvió a ganar las elecciones generales. Sin embargo, esta etapa
estuvo plagada de dificultades políticas, sociales y económicas. Así pues, en
1980, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) presentó una moción de
censura que derrotó aún más la imagen de un Suárez abandonado por los propios
miembros de su partido político.
Finalmente, el 29 de enero de 1981, casi un mes
antes del golpe de estado de Antonio Tejero, optó por presentar su dimisión
tanto como de presidente del Gobierno como de UCD. Suárez afirmó: ‘yo no quiero
que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la
Historia de España’. En 1981, S. M.
el Rey le concedió el título de duque de Suárez en virtud a su papel en el
proceso de democratización. Un año más tarde creó CDS (Centro Democrático y
Social) con el que se presentó a las elecciones generales del 28 de octubre de
1982. Finalmente fue elegido como diputado por Madrid.
En el año 1996, Suárez obtuvo el Premio Príncipe de
Asturias de la Concordia por su extraordinaria labor en la Transición Española
a la democracia. Años más tarde, en 2005, su hijo Adolfo hizo público en un
programa de Radio Televisión Española que el expresidente padecía la enfermedad
del Alzheimer desde hacía dos años, con lo que ni recordaba haber sido
presidente del Gobierno. Los últimos once años de Adolfo Suárez representaron
el normal reflejo de una de las peores enfermedades que puede haber.
La última
aparición pública de Suárez se recoge en esta fotografía. Fue el último
encuentro con el Rey en vida. Esta imagen es muy significativa. El abrazo de
Juan Carlos I, es el abrazo de todos los españoles en la marcha a la eternidad
del primer presidente democrático tras la dictadura franquista que tanto daño y
atrasos generó en España. La historia de esta instantánea es bien conocida, la
hizo su hijo Adolfo Suárez Illana, que no quiso sacarle de frente. El Alzheimer
ya le había robado la memoria y ya no sabía que el Rey acababa de imponerle el
Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro, la máxima condecoración que puede
otorgar la Corona.
Así pues, España está de estricto luto por la
pérdida de un político al que quizá en su momento le faltó apoyo pero al que
hoy en día se considera como pieza clave del proceso democrático de este país.
Todos los medios de comunicación se han volcado, no hay espacios suficientes
para hablar de otras cosas. Todos los españoles, en su último paseo por Madrid,
salieron a la calle para homenajearlo. Las lágrimas de la gente por la pérdida
de Adolfo Suárez, reflejan las lágrimas de alegría cuando este hombre incorporó
a toda la nación en la libertad.
“Pertenezco por
convicción y talante a una mayoría de ciudadanos que desean hablar un lenguaje
moderado, de concordia y conciliación. Agradeceré que busquen siempre las cosas
que les unen y dialoguen con serenidad y espíritu de justicia sobre aquéllas
que les separan”.