Según
Europa Press, en un informe de impacto realizado por la Comisión, la entrada de
Turquía a la Unión Europea costaría entre 16.000 y 27.000 millones de euros al
año. Además, el país turco no cumple requisitos fundamentales para la adhesión
tales como la libertad de expresión o el respeto de los Derechos Humanos. Hoy
por hoy este país no puede entrar a formar parte de la UE.
En
los Criterios de Copenhague la UE establece una serie de condiciones que todo
estado debe cumplir para completar de forma satisfactoria el proceso de
adhesión. El Estado debe tener unas instituciones que preserven la
gobernabilidad democrática y los derechos humanos, una economía de mercado en
funcionamiento y la aceptación de las obligaciones y decisiones de la Comisión
Europea.
Otros
criterios que se tienen en cuenta son los geográficos, culturales, económicos y
religiosos; en cuanto alguno de los criterios establecidos falla, el estado no
podrá entrar en la UE. En el caso de Turquía no es que sólo falle una condición
sino que hay muchas que no cumplen. Con el tiempo estos criterios se han ido
ampliando y modificando, adaptándose, como es lógico, a la actualidad.
Analizando
criterio por criterio podemos observar que Turquía se aleja mucho de tener
alguna posibilidad. En cuanto a la geografía, tan sólo el 3% del territorio
turco pertenece a Europa y su capital, Ankara, pertenece a Asia. Respecto a
religión, el 90% de la población se siente identificada con la religión
musulmana, lo que sugiere ciertos conflictos futuros en el caso de su entrada.
Otro
criterio básico es la democracia con todo lo que ello conlleva; en este caso,
la libre elección con voto secreto, la libertad de expresión y prensa y la
libre organización de sindicatos y libertad judicial. De estos principios,
Turquía tan sólo cumple el primero. Los Derechos Humanos, el respeto y la
protección de las minorías son principios básicos de los que este país también carece.
Turquía
y la Unión Europea siempre han tenido relación desde que en 1963, el país
otomano ingresó en la Comunidad Económica Europea (CEE) mediante el Acuerdo de
Ankara. Sin embargo, medio siglo de intentos de ingreso en la UE no servirá si
el Gobierno turco no se acopla perfectamente a la aplicación de las leyes y
criterios específicos que impone el Consejo Europeo.
En
la actualidad, el país otomano es miembro de la Organización del Tratado
Atlántico Norte (OTAN), de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa
(OSCE) y del Consejo de Europa. Los Estados miembros han dicho sí a las
negociaciones de adhesión al considerar el esfuerzo de los últimos años por
parte del Gobierno turco de equiparar sus leyes y derechos a nuestra comunidad.
El problema reside en que aún faltan escollos que superar.
Se
han suprimido derechos que la UE no permite como la derogación de la pena de
muerte en 2004, la abolición del adulterio y de torturas policiales. A priori,
todo esto se ha realizado, pero aún queda mucho que cambiar y no es probable
que sea pronto. Human Rights Watch
afirma en un informe de octubre del 2010 que “el Gobierno turco necesita dar
pasos de gigante si quiere conseguir entrar en la UE”.