Hace un año aproximadamente, el 98,83% de la
población de Sudán del Sur votó sí a la secesión del país a través de un
referéndum. Lo que parecía el fin del problema interno del país, ahora se ha
agravado principalmente por las diferencias de recursos de hidrocarburos entre
ambos países. Amén de las diferencias religiosas entre cristianos y musulmanes.
Conflicto que está en el aire y aún no se sabe cómo se podrá resolver.
El territorio de Sudán del Sur aporta el 85 por
ciento de todo el crudo producido en lo que antes del 9 de julio era un solo
Sudán. Pero aprovechar y exportar ese crudo depende de refinerías, oleoductos y
otros servicios industriales situados en el norte. La única forma de
subsistencia es la colaboración entre ambos países, lo cual resulta un tópico
tras la división del país.
Según portavoces gubernamentales y la organización
humanitaria Global Witness, Sudán del Sur y Sudán deben resolver con urgencia
cómo van a compartir las riquezas procedentes de los hidrocarburos para evitar
que la escalada del conflicto derivada de la división del país termine en
guerra civil, lo que hoy por hoy parece inevitable. Recordar que es uno de los
países africanos más conflictivos del siglo XX.
Desde el Acuerdo General de Paz, de 2005, ambos
estados comparten en partes iguales los ingresos del petróleo, pero hay
analistas que estiman que casi tres cuartos de los 500.000 barriles de crudo
producidos a diario proceden del Sur. La economía del Norte se ve perjudicada
con la secesión del Sur. Las ganancias por el crudo representaron 50 por ciento
de los ingresos y 93 por ciento de las exportaciones de Sudán en 2009.
Como es sabido, el oro negro es capaz de hacer que
un estado sea poderoso o no, aun representando pobreza extrema. Los precios de
los alimentos y productos básicos están en alza, pues el gobierno reduce los
subsidios que estima que ya no podrá costear. Al igual que otros países
subdesarrollados, ambos estados africanos dependen al 90 por ciento del crudo y
su distribución.
Sin petróleo, la economía de Sudán del Sur también
colapsará. Ochenta y cinco por ciento de la población depende de la agricultura
y es posible que no sienta directamente el impacto, pero el Estado no podrá
pagar a los soldados y habrá inestabilidad política. El gobierno de Sudán del
Sur dijo que respetará el acuerdo ya suscrito y algunos ejecutivos del sector
ya se mudaron de Jartum a Juba, su capital.
Por otra parte,
no hay suficiente electricidad en
el Sur, pero hay otros sectores en auge. La construcción encabeza los negocios
incipientes, se erigieron numerosos edificios en la región. En una entrevista al
ingeniero civil Leonard Moss, según un informe de la organización humanista,
está contento con la independencia porque ahora Sudán del Sur podrá disfrutar
de las ganancias de sus recursos naturales.
Así, entre la población culta, ven el país, sin dar
importancia al conflicto del petróleo; sin embargo, no se dan cuenta que el 90
por ciento de los ingresos del país corren a cuenta del crudo y sin él, no
existirá ningún tipo de ganancia en ningún sector, ya que los precios subirán de
forma estrepitosa y no habrá ningún tipo de subsidio.
Como conclusión, Sudán es un país pobrísimo que tiene
muchísimo petróleo. Esa dicotomía suele ser habitual, porque seguramente ni el
petróleo es suyo ni lo gestiona ni lo disfruta. Ahora ha conseguido que Sudán
sean dos países en extrema pobreza tras la secesión del sur para convertirse en
el país 193 del mundo.
Miseria, paro, analfabetismo, guerras fratricidas,
millones de muertos como política contra el paro, incertidumbre. Palabras que
resumen la actualidad del país africano y, seguramente, de otros tantos.