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miércoles, 22 de febrero de 2012

AL QAEDA DEL MAGREB ISLÁMICO



Son muchas las víctimas a las espaldas de la organización terrorista islámica, los cuerpos se cuentan por millares, las cifras son escalofriantes en muchos de los países más conflictivos del mundo, y en Europa. España y, sobre todo, Francia, encabezan la lista de amenazas por parte de los terroristas. La mayoría a causa de europeos secuestrados en sus territorios.

Por poner un ejemplo, los terroristas islámicos han amenazado recientemente con matar a todos aquellos europeos que mantienen secuestrados si España, Francia, Reino Unido, Suecia y otros tantos, tratan de rescatarlos atacando sus bases estratégicas en Mali. Una lacra terrorista que sigue matando, secuestrando y atentando contra los Derechos Humanos día tras día.

Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI),  es una organización terrorista internacional de origen argelino creada en 1997. Es considerada como una de las organizaciones de terrorismo más peligrosas de Europa. Desde sus comienzos ha estado siempre vinculada con la Yihad islámica y, desde el 2006, con Al-Qaeda.

Entre sus acciones más sangrientas, hay que destacar una emboscada al ejército argelino el 3 de enero del 2003, donde fueron asesinados alrededor de 50 militares, 20 personas heridas y 15 secuestradas. Además de estos actos, han protagonizado multitud de secuestros de personas europeas, asesinatos múltiples y atentados como en Argel en 2007, donde fallecieron 33 personas.

En 2004, la organización terrorista en colaboración con ETA (eso se cree) fueron los principales causantes del famoso 11-M. Posteriormente, secuestraron a dos españoles en Mauritania y, tras varias negociaciones por parte del Gobierno, el 22 de octubre del 2010 los catalanes fueron puestos en libertad.

Un hecho que posee más relevancia y que obliga a tener precaución, es el comunicado que Al-Qaeda del Magreb Islámico publicó en su web. Los terroristas pretenden tomar Ceuta y Melilla por la fuerza ya que, según el comunicado de éstos, “por la fuerza fueron arrebatadas”. El Gobierno ya se ha puesto a trabajar para evitar cualquier nuevo atentado en nuestro territorio.

Al-Qaeda ha apoyado las  revueltas de la Primavera Árabe, el motivo no es otro que el carácter publicitario y presencial que los terroristas desean obtener. Los problemas no sólo suceden en Europa. Estados Unidos, también se han visto afectado por el terrorismo yihadista. Sin ir más lejos, en 2001, Al Qaeda bajo los planes de Osama Bin Laden, protagonizó uno de los atentados más importantes de la historia en Nueva York, cuando derribaron las Torres Gemelas, el 11 de Septiembre.

Por otra parte, dos franceses fueron secuestrados y asesinados en Níger. Según AQMI, fueron asesinados en una operación lanzada por fuerzas francesas y nigerianas. Un supuesto portavoz de la organización envió a la cadena de televisión árabe, Al Yazira, una nueva grabación sonora donde afirmaba que “los muyahidín (guerreros santos) han tenido éxito en secuestrar a dos franceses, gracias a Alá".

"A pesar de que los muyahidín enviaron un mensaje a los responsables franceses y nigerianos, en el que advirtieron a Sarkozy y a su Gobierno de que cualquier intento de intervención militar acabaría con la vida de los dos jóvenes. En Francia, no aprendieron nada de las pasadas lecciones de fracaso y repitieron la misma estupidez", concluía la grabación.

Al-Qaeda del Magreb Islámico es una verdadera amenaza para toda Europa y para en propio Magreb, por lo que se debe de llegar a una solución inmediata para acabar con la organización. Vivir con el miedo de poder ser asesinado o secuestrado por cualquier islamista fanático que ejercen una actividad fundamentalista, es inadmisible. Las grandes potencias y organizaciones internacionales como la ONU, han de buscar soluciones respecto a este asunto de inmediato.

Respecto al salafismo, decir que es un movimiento sunnita que reivindica el retorno a los orígenes del islam, fundado en el Corán y la Sunna. Actualmente, el término designa un movimiento fundamentalista influenciado por corrientes tradicionalistas y yihadistas. Todas estas corrientes afirman constituir la continuación del islam primitivo. Podemos decir que es un movimiento terrorista que persigue algo que el propio Corán no justifica, la justificación de la violencia.

martes, 14 de febrero de 2012

TRATAMIENTO INFORMATIVO SOBRE LA VIOLENCIA DE GÉNERO



Son muchas las mujeres asesinadas por sus cónyuges año tras año en nuestro país que no pasan desapercibidas en los medios de comunicación. Existen numerosos casos donde el poder mediático es responsable, directo o indirecto, de maltratos y asesinatos debido a un tratamiento informativo impropio. Es muy importante que el periodista cada vez que informa tenga presente que el poder de sus palabras en este tipo de conflictos violentos puede resultar transcendental.

En el año 1998, una mujer fue apuñalada por su marido porque ésta no quiso asistir al talk show –o reality show– de Antena 3, Lo que necesitas es amor, a escuchar sus súplicas de reconciliación. En casos similares, muchas de las mujeres que participaron en este tipo de programas televisivos para denunciar públicamente sus casos de maltrato, fueron asesinadas a manos de sus maridos o exmaridos. Ana Orantes (1997) fue quemada viva tras hablar de su situación en Canal Sur; o Ana Belén (1998), acuchillada tras hablar en directo en el programa de Ana Rosa Quintana.

El último de este tipo de sucesos, donde el medio de comunicación es directamente responsable, fue a finales del año 2007, cuando una mujer fue mortalmente maltratada tras participar en el programa vespertino El diario de Patricia, también de Antena 3 –es meramente casual que en este medio se hayan producido estos acontecimientos, ya que en otros, sobre todo televisivos, también han existido o existen programas con formatos similares, por lo que en ningún caso critico en especial a esta cadena– que fue víctima de durísimas críticas.

El hecho en cuestión se produjo cuando el ex novio de la víctima y presunto autor de los hechos, con un largo historial de maltratador y con una orden de alejamiento incluida, había recurrido a la desesperada al programa para pedir públicamente en el plató una nueva oportunidad. La víctima le rechazó sin dudar. Hago especial hincapié en este caso porque la mujer no tenía conocimiento alguno de por qué el medio la había invitado. Error tremendo por parte de la cadena televisiva que debemos aplicar en todo su significado.

Como es lógico, cuando se supo que la víctima había sido esa persona, la reacción instantánea de la opinión pública, recordó que algún caso de este tipo se veía venir y pidieron la inmediata retirada del programa poniendo otros ejemplos de casos de mujeres asesinadas tras intervenir en este tipo de formatos. La cadena y la productora; sin embargo, mantuvieron una posición firme en defensa del programa, alegando que no se hacían responsables de lo que conllevaba una intervención de libre expresión en materia de contenidos. No se retiró el programa.

Como dice un tópico literario de origen bíblico: Nihil novo sub sole (Nada nuevo bajo el sol), es decir, que todo se repite y es cíclico, es un hecho que no aporta nada novedoso a la experiencia y todo permanece constante. Fue lo que, en resumidas cuentas, los directivos de la productora y cadena alegaron en defensa de su programa, sin entrar en el conflicto moral que por entonces suponía este hecho.

A raíz de este triste suceso, la que en ese momento era Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, convocó una reunión urgente a todos aquellos representantes de las televisiones de ámbito estatal –privadas y públicas por separado– con el principal objetivo de proponer una serie de medidas referidas al tratamiento informativo de la violencia de género en los diferentes espacios mediáticos.

Con el vigente Plan Nacional de Sensibilización y Prevención de la Violencia de Género (Ley Orgánica 1/2004) se estableció cómo se debía actuar por parte de los operadores televisivos, las organizaciones en defensa de las mujeres y las asociaciones de consumidores y usuarios. Todo ello se quedó en una iniciativa –ni siquiera avanzó lo más mínimo, fue una promesa no cumplida por parte de todos– que a pesar de ser muy meritoria, de haberse llevado a cabo, podría haber sido una ocasión de oro para detenerse en las posibilidades y los límites del tratamiento informativo mediático de nuestro país sobre este asunto.

Debemos especificar que el tratamiento de la violencia contra las mujeres en los medios es totalmente diferente dependiendo del tipo de formato al que nos refiramos. En cuanto a información, los medios han realizado un papel fundamental en lo que llamamos agenda setting,  –influencia que tienen los medios de masas sobre el público, al determinar qué noticias poseen interés informativo y cuánta importancia se les puede dar– al tener una gran consideración social sobre la importancia del conflicto.

Por la extensión de la presencia de este tema en los medios, el maltrato y las agresiones hacia las mujeres son noticia y cada vez interesan más desde el punto de vista periodístico y económico. El profesor y doctor en sociología,  Juan Menor se ha referido en su libro a “la capacidad de convertir cada conflicto violento hacia las mujeres en un suceso informativo a estudiar y reflexionar, y a seguir a la hora de concienciar a toda la audiencia sobre otros problemas sociales de fuerte magnitud” (Los estudios sobre el tratamiento del SIDA en los medios de comunicación. Juan Menor, 2007).

La presencia informativa de la violencia contra las mujeres no se limita sólo al ámbito de las noticias e informaciones televisivas, sino que ocupa cada vez más espacio y tiempo en las secciones de opinión, artículos, editoriales, entrevistas y reportajes de medios escritos y radiofónicos. El tratamiento ha pasado de circunscribirse al mundo de los sucesos (programas de televisión como Gente de TVE) a incorporarse a un periodismo social y de carácter político-institucional. Podemos concluir con que la violencia de género es hoy por hoy una cuestión de Estado.

Otro de los aspectos a destacar es la contradicción en la terminología empleada en las narraciones de los hechos y en el tratamiento de los protagonistas. Violencia doméstica o violencia de género, términos baladí que son difíciles de expresar ya que cada una de estas opciones lingüísticas connota visiones e interpretaciones muy diferentes de cada conflicto violento contra las mujeres.

Cuando los medios de comunicación hablan de violencia “de género” hacen especial mención al entorno y al espacio donde residen las relaciones interpersonales. Sin embargo, la violencia “doméstica” afecta a todo el ámbito familiar, incluyendo parejas –la relación de éstas con sus ascendientes y descendientes– o los abusos paternos filiales o contra las personas más débiles del sistema como los ancianos y los niños. Incluso, podríamos referirnos a la violencia contra las personas que realizan un trabajo doméstico como las asistentas de limpieza o las niñeras. Por tanto, las víctimas por ser mujeres “quedan rescatadas” cuando hablamos bien de violencia machista –o de violencia sexista – o bien de violencia de género.

Para una mayor comprensión de lo que supone realizar un correcto tratamiento informativo sobre este tema, hay que tener en cuenta un conflicto general que precede y trasciende a las situaciones particulares: la identidad masculina y la identidad femenina. Podremos actuar eficazmente –sólo si se hace anticipada o preventivamente– contra la violencia de género si se asume que en nuestra sociedad se entiende por ser hombre o mujer algo diferente. “Una distorsión que está presente en cualquier momento cotidiano: los cuentos de la infancia, los dibujos animados, los eventos deportivos –tenis, fútbol, baloncesto– los mitos antiguos o modernos y, por supuesto, la mayoría de productos de ficción audiovisual” (Eriksen-Terzian, A. 1998 Télévision et Sexisme).

Existe una tendencia general –por desgracia– a la dominación por parte del varón que se explica tan sólo por los atributos masculinos. Por contradecir a la filósofa de tendencia feminista francesa, Simone de Beauvoir –que siempre expresaba que tanto el hombre como la mujer eran iguales en la sociedad con rasgos hipócritas– hoy por hoy aún existe desigualdad.

Como dice el presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación, Alejandro Perales, en su reportaje La violencia contra las mujeres y su tratamiento mediático, “existe siempre el riesgo de la puesta en cuestión de esa identidad masculina en la relación con otros hombres pero, sobre todo, en la relación con las mujeres con la consiguiente pérdida del derecho de propiedad sobre ellas. De ahí el odio, la rabia, la impotencia que generalmente cursa con las actuaciones del agresor. Esta es la verdadera clave, el núcleo fundamental de las razones de la violencia de género como categoría”.

Teniendo en cuenta esto último, debemos decir con rotundidad que existe una carencia en la información sobre la violencia de género –también puede ocurrir con el terrorismo– respecto al tratamiento mediático que recibe el agresor. El menosprecio en este tipo de actos hacia el agresor suele ser claramente reduccionista e intenta establecer sin fisuras la imagen del agresor y de la víctima. Las referencias verbales dirigidas a los agresores hacen que se presente como un criminal o como un enfermo psicópata y esto no es lo que se persigue.

Cuando los medios se refieren al agresor tan sólo como un psicópata o un criminal, no consiguen ir más allá en el análisis causal de su comportamiento, lo cual puede reducir o impedir la violencia de género a través de medidas terapéuticas y educativas y acelerar las represalias, que pueden ser preventivas en algún caso, pero no solucionan el conflicto, amén que puedan arbitrarse contra el agresor individual.

Principalmente para un buen tratamiento informativo se intenta buscar que el agresor es una persona que obviamente no tiene razón y que tampoco posee razones ni argumentos para actuar como actúa. Nada más. Prudencia y la palabra “presunto” no deben de desaparecer a la hora de escribir. El principal problema es que se exagera la información, se enfoca de una forma diferente y muchas veces se cae en el morbo y en el sensacionalismo que, por contra, es lo que más vende y seguramente lo que de forma directa se persiga, cometiendo un grave error informativo y periodístico.

Pero como no todo es malo, también hay que decir que el tratamiento informativo de la violencia machista en este país ha tenido también consecuencias muy positivas. Este problema social se ha hecho cada vez más visible como problema general de toda la sociedad –equiparándose a un problema de terrorismo– y se ha conformado un “cierto modelo axiológico de empatía con las víctimas” (Alejandro Perales, 2007) que ha conseguido la creciente presencia de éstas en medios para alzar la voz.

Toda la fuerza en las declaraciones y las opiniones que todas las mujeres maltratadas o de colectivos de mujeres implicadas con el problema, son tan importantes como la insistencia de las autoridades en erradicar el problema. También para conseguir no sólo informar, sino también generar una actitud positiva por parte de toda la sociedad, así como facilitar el aprovechamiento de los dispositivos y recursos de atención disponibles por parte de las víctimas actuales y potenciales. El medio más conocido es el número de teléfono 016, –el cual tiene algunos fallos de registro que pueden “avisar” al agresor de la víctima– pero esto es un tema diferente.

Además, debemos mencionar aquí el esfuerzo realizado durante años por los consejos para proveer a los profesionales de la comunicación sobre el tratamiento de violencia de género una serie de pautas informativas –como la iniciativa del Instituto de la Mujer y del Instituto Oficial de Radio y Televisión así como el Decálogo de recomendaciones a los medios de comunicación para el tratamiento de la violencia contra las mujeres– y la propia iniciativa del Gobierno de pedir a los periodistas que cuando traten el conflicto faciliten datos sobre los recursos, entidades de apoyo y asesoramiento a los que las mujeres maltratadas pueden recurrir y de esta forma, se sientan menos amenazadas y acosadas.

Los medios en ocasiones ofrecen informaciones de lo que debería ser pero por otro lado se discrimina en cierta manera a la mujer en la publicidad. También en casos de relaciones intersexuales que podemos observar en series de televisión juveniles, en los videojuegos, en las canciones y, sobre todo, en la pornografía. Lo que ocurre en los realities que he mencionado al comienzo de este trabajo. Como afirmaba la Vicepresidenta del Gobierno, “la violencia de género no puede ser un espectáculo” y muchas veces se cae en este error. Tras el interés humano se esconde un tratamiento descontextualizado que se refuerza en este tipo de formatos que entretienen a base de conocer los testimonios de víctimas famosas o de la calle.

Este tipo de tratamiento no hace otra cosa que conseguir el sensacionalismo y lo que la investigadora Fernández Díaz –en su libro La violencia sexual y su representación en la prensa (2003)– denomina la violencia de consumo. Se intenta conseguir así el morbo, todo aquello que pueda despertar la atención de la audiencia, a través del drama cotidiano de las maltratadas que, en muchas ocasiones, realizan un discurso totalmente guionizado por razones productivas –para subir o mantener la audiencia– con lo que la información es reduccionista y estereotipada, que no facilita una mayor información sobre el verdadero conflicto.

Teniendo en cuenta todo lo expuesto anteriormente debemos reflexionar, tanto medios como los profesionales sobre tres puntos fundamentales. En primer lugar debemos  señalar que no se puede trabajar ni sacar provecho de materiales que conllevan un alto grado de sensibilidad y de riesgo social. Los encuentros, las  reconciliaciones o los problemas de este tipo expuestos en los realities como El diario de Patricia es un mero espectáculo televisivo sin el más mínimo respeto por la dignidad de la sociedad. Se debe controlar este tipo de formato sensacionalista aunque ello conlleve a una bajada –o no– de las audiencias.

En segundo lugar, en el caso de Antena 3 y su programa, en ningún momento se puede contactar con un invitado sin expresar el porqué de su invitación y ni mucho menos, llevarlos engañados. Pone en riesgo la libertad de las personas a la libre elección de sus actos y atenta contra varios principios del derecho. Y por último, reflexionar sobre si el negocio económico de los medios de comunicación está por encima de la dignidad humana, así como la emisión de programas para adultos en horario infantil.

Como conclusión, decir que tanto en el conflicto violento de maltrato como en otros ámbitos, la telebasura hace que se cometan verdaderos atentados periodísticos y un tratamiento informativo inadecuado. Erradicar este tipo de programas parece una misión imposible, pero espero que en un futuro se tenga conciencia del daño que hacen a la sociedad y que los televidentes cuando se sienten en frente de la caja tonta sean conscientes de que se deben tomar medidas preventivas. De nada sirve que se elimine un programa y comience otro igual y tampoco sirve que tomemos medidas cuando los hechos ya hayan pasado. La mujer muerta, muerta está y nadie, por mucho que se elimine el programa o cualquier causa de su muerte, podrá devolverle la vida.

Los casos expuestos tan sólo son una parte minúscula de lo que podemos tratar acerca de este tema y todos debemos ser conscientes, periodistas o no, que desde el caso Ana Orantes, es quizá en nuestro país, el problema más importante que tenemos.

BIBLIOGRAFÍA


Los estudios sobre el tratamiento del SIDA en los medios de comunicación. Juan Menor, 2007

La violencia sexual y su representación en la prensa. Fernández Díaz, 2003
La violencia contra las mujeres y su tratamiento mediático. Alejandro Perales

Télévision et Sexisme. Eriksen-Terzian, A. 1998

Simone de Beauvoir. Bibliografías