Han
pasado más de dos años de las primeras revueltas en el mundo árabe,
concretamente las de Túnez que tuvieron una gran repercusión a nivel mundial y
que acabaron con la caída del dictador Ben Alí en enero del año pasado.
Acontecimiento transcendental que causó un efecto dominó por todo el norte de
África y Oriente Próximo, las zonas más conflictivas del mundo musulmán.
Pese
a este largo tiempo de revueltas, aún perduran todos los conflictos ocasionados
y no se ve claro que terminen próximamente. Todas estas revueltas han hecho
resurgir antiguas rivalidades religiosas y la entrada de participación de
fuerzas y partidos islamistas, lo que en ningún caso podemos dejar en el
archivo. Parece que la estabilidad de estos países será un largo recorrido de
unificación.
Los
medios de comunicación, se dedican a enfocar la noticia de cada país sin,
realmente, seguir un recorrido de principio a fin de cada revuelta, por lo que
parece que cuando se “acaba” el conflicto, los periodistas no nos informan de
más y los problemas caen en el olvido. Un fallo periodístico que probablemente
sea causado por intereses económicos y políticos, pero que se debería corregir.
A
pesar de que no nos llegan informaciones reales de lo que ocurre en ciertos
países, donde la revuelta nos la venden como terminada, los pueblos árabes y
sus ciudadanos indignados siguen luchando por acabar con regímenes
dictatoriales que se han perpetuado en el tiempo y que han hecho que estos
países estén atrasados y en la más estricta pobreza.
El
proceso de transición genera muchas dudas y está aún repleto de incertidumbres,
pero hoy en día los países de Egipto, Libia, Arabia Saudí, Libia, Omán o Siria
(por citar los países más afectados por estos conflictos) poseen diferentes
estados de la cuestión, obviamente según el tiempo de revuelta llevado a cabo,
cada país está más avanzado que otro.
En
el caso de Egipto, tras la dimisión de Hosni Mubarak en febrero del año pasado,
el pueblo atravesó sus meses más delicados con 5 personas muertas y mil
personas heridas de gravedad en las peores protestas desde el traspaso de
poderes. Hoy en día poco a poco se está solucionando pero aún existen
conflictos violentos, sobre todo, por parte de partidos islamistas, por lo que
aún es pronto de establecer el cambio total.
En
Libia, tras la detención del hijo y eventual sucesor de Muamar el Gadafi, Saif
el Islam y tras el asesinato del propio dictador, este país parece haber puesto
punto y final a su periodo de transición. Se celebrarán unas elecciones
democráticas y poco a poco este país se estabilizará. La mayoría de políticos y
dirigentes que están llevando a cabo el cambio son hombres formados
académicamente en Estados Unidos.
En
Arabia Saudí debemos destacar las convocatorias de manifestación a través de
las redes sociales que llevaron a cabo un enorme despliegue policial. Y el
papel fundamental que este país desempeña en el mundo árabe, ya que es uno de
los más poderosos y donde la mayoría de partidos islamistas se concentra. Otras
revueltas como la de Omán, aún están siendo llevadas a cabo y parece que la
solución aún no llega.
Por
último, destacar a Siria, donde se está viviendo una especie de guerra civil,
entre los seguidores del ejército de Bachar el Asad y la oposición del
dictador. Todas las propuestas alcanzan un número superior a 5000 muertes según
la ONU y, también, han ocasionado la fragmentación de algunas ciudades en
diferentes grupos religiosos. La primavera árabe no ha hecho más que empezar.